jueves, 26 de noviembre de 2009

No todo está perdido


Por Pablo Romano
Según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), la pobreza en Argentina es del 13,9%, lo equivale a 3.429.000 argentinos que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas. Cifra a la cual hay que sumarle 995.000 ciudadanos que se encuentran bajo la línea de indigencia. Cifras alarmantes, aunque el panorama se recrudece cuando se escucha a la Iglesia y a distintas ONGs afirmar que, en realidad, en el país hay 12 millones de pobres y 4 de indigentes.
Hilando más fino entre los siempre fríos números, hay otro índice más alarmante aún: casi un millón de chicos de entre 15 y 24 años ni estudia ni trabaja. Los sociólogos comienzan a llamarlos “Generación Ni-Ni” y advierten que esto puede tener una fuerte ingerencia en el futuro del país.
Cerca del 80% de estos jóvenes sin rumbo cierto vive en hogares pobres. Y apenas el 8% de los Ni-Ni pertencen a la calse media-alta. Pero más allá del estrato social al que pertenecen, todos tienen algo en común: el progreso no existe. A lo que se le suma una gran apatía, una grave crisis y de participación. Tampoco creen en las instituciones como la escuela, ni se preocupan por aprender un oficio o trabajar. En el 40 y el 50 % de esos chicos, el abandono escolar hace estragos. Y los distintos males sociales como drogas, alcohol y delincuencia están cerca de ellos, señala una nota publicada por el Diario Crítica.
Si bien la situación es alarmante para la sociedad argentina, por suerte para ella existen personas que se están ocupando de realizar actividades que le devuelvan la esperanza. Ejemplo de esto es el equipo de fútbol femenino Las Pumas de la ciudad de San Nicolás.
Este equipo se formó hace casi una década con el objetivo de alejar a jóvenes mujeres de la calle y los peligros que ésta acarrea, como las drogas, el alcohol y la delincuencia. El creador de este proyecto es José Luis Pereyra y está llevando a cabo las distintas actividades a pulmón ya que no recibe ningún tipo de apoyo político ni económico. “La Municipalidad descree de todo esto, pero a todo esto lo entiendo porque es política y nosotros no hacemos política”, afirma al respecto Pereyra.
Dejando de lado la política, y regresando a hablar de las chicas, la tarea de José Luis se ve acompañada por distintas actividades extradeportivas que ayudan a Las Pumas a crecer humanamente también. La Fundación Libremente ha empezado a colaborar en el proyecto desde otro ámbito, es decir, organizando distintas actividades que van desde charlas hasta seminarios con el fin de darle a las chicas un arma más para defenderse de la cruda realidad que vive en las calles del país.
Además, las integrantes del equipo cuentan con la ayuda del profesor Guillermo Lemme quién colabora con clases de apoyatura escolar para que Las Pumas rindan en la cancha y en el aula.
La psicóloga Natalia De Felipe es una colaboradora más que asiduamente tiene contacto de distinto tipo con ellas, tanto individual como grupal, con el fin de ayudarlas a comprender la realidad que se vive y en qué situación se encuentran ellas.
Con el objetivo de transmitir esta loable experiencia que están llevando a cabo, Las Pumas viajaron hasta la Universidad Nacional de Luján para disertar sobre sus vivencias y mostrarle a la gente universitaria lo que es hacerse desde abajo. A lo que hay que sumarle un encuentro amistoso de tinte internacional frente a la Universidad Torcuato Di Tella, del que participaron 5 jugadoras de Buenos Aires, 1 de Neuquén, 3 de Estados Unidos, 1 de Paraguay, 1 de Méjico y 1 de la Republica Checa.
Siempre apuntando a rescatar a chicas que padecen las inclemencias de una sociedad inestable y egoísta, Pereyra y las integrantes del plantel han realizado distintas actividades. La última ocurrió hace unas semanas cuando salieron por las calles del paseo costanero de la ciudad a repartir preservativos y folletería varia para la prevención del contagio del HIV-Sida. Sobre esto José Luis Pereyra afirmó: “Hacemos porque estamos convencidos de que la combinación entre deporte y educación aporta las bases necesarias para el desarrollo y el bienestar de nuestros jóvenes y adolescentes en la sociedad”. Y agregó: “Podemos cambiar las cosas, darle la oportunidad a estos jóvenes que tal vez no la tuvieron. Queremos una juventud sana, entonces: ¿Por qué no de ayudar a que esto pueda ser una realidad y una salida digna para nuestra juventud? Con educación y deporte se puede pasar de la oscuridad a la luz”.
El presente es duro, pero por suerte aun quedan personas que no se dejan vencer ante las adversidades y que tratan de salir adelante. A veces solos, a veces acompañados. Pero siempre por el camino correcto… ¡Salud por ellos!

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